lunes, 7 de junio de 2010

Keynes

Las soluciones Keinesianas son buenas siempre y cuando contribuyan al crecimiento del PIB, pero son absolutamente inútiles y contraproducentes si el crecimiento es nulo y el endeudamiento contribuye a desequilibrar la balanza por cuenta corriente o a debilitar la moneda. Sucede algo similar con las empresas. Estas pueden endeudarse para aumentar su capacidad productora y distribuidora, pero si no llega el aumento de ventas esperado, se produce un sobrecoste que conduce a la merma de beneficios o directamente a las pérdidas, que solo podrán sufragarse con los inciertos beneficios futuros. Sin crecimiento no hay apalancamiento y por tanto la situación de la empresa será peor que al principio.



Todos los países de occidente están endeudados con el resto del mundo. ¿Cómo podrán pagar sus deudas? ¿Con una balanza comercial positiva? ¿Atrayendo capitales extranjeros que esperan un apalancamiento a nuestra costa? ¿Nos tenemos que lanzar todos a una competencia comercial y financiera desaforada? ¿Qué implica esto? ¿Han de rebajar todos los países sus costes laborales y reducir el consumo interno para facilitar la exportación? ¿hemos de seguir rebajando la fiscalidad de las inversiones para atraer todos capital extranjero? ¿Vamos a competir con China, la India, Rumania, Bulgaria, Vietnam en igualdad de condiciones? Pues vamos listos si todos nos hemos de bajar los pantalones mas que todos los demás.



Yo me pregunto ¿Es el estado del bienestar el culpable a la víctima? ¿Quién a socavado sus cimientos hasta la médula reduciendo la fiscalidad sobre los capitales, sobre los patrimonios y ha rebajado sensiblemente los costes laborales reduciendo también su aportación?



¿Podemos tolerar por más tiempo el dumping social chino y el dumping fiscal de los mal llamados mercados de intermediación financiera (Paraísos fiscales).



Creo que mal andamos si aquellos que producen la riqueza solo pueden comprarse un plato de arroz al día y los que tienen capital lo prestan a intereses de usura. ¿Los que vivimos de los servicios que prestamos a la gente corriente desde el sector público o privado, podremos seguir ganándonos nuestro plato de arroz? Acaso han olvidado los economistas que la única fuente de riqueza es la producción de bienes y la distribución de sus plusvalías, esencial para sostener todo lo demás.



Si el orden mundial sigue así, creer que en el futuro podremos seguir deambulando por el mundo con nuestros cochazos y nuestros superaviones y vivir con un consumo desaforado es meramente ilusorio.